Un artista, un uruguayo

“Con Carlos Amoretti el país ha perdido un entrañable ciudadano de su identidad cultural, un uruguayo metido en su vida y sus tradiciones como definición de su propia existencia. Fue un formidable dibujante que comenzó en la publicidad y paralelamente fue desarrollando una labor artística de perfil propio, en que ese mundo nuestro energía recreado en armónicas composiciones.

Había nacido en 1937 y su infancia fue en el Barrio Sur, en la calle Santiago de Chile, cuya atmósfera recreó en una hermosa exposición, en que los objetos de la vida cotidiana de aquel tiempo histórico renacían como símbolos: las claraboyas de las viejas casas, los legendarios Primus, la histórica cocina Volcán que expresó la modernidad de entonces… También asomaban episodios históricos, como la visita del dirigible Graf Zeppelin o el acorazado Graf Spee, protagonista de aquella batalla que nos arrimó la guerra mundial a nuestros azorados ojos.

Últimamente se había volcado a unas poéticas remembranzas medievales, en que con una técnica novedosa evocaba vitrales, muros, imágenes.

En todas esas etapas -y podíamos mencionar muchas otras- estaba siempre el dominio del oficio. No sólo el dibujo y la línea, en los que era maestro, sino las técnicas, que no le eran ajenas en ninguna de sus dimensiones. Con igual soltura transitaba por la acuarela que por el acrílico, por el collage o las mil y una formas de las técnicas combinadas.

Detrás de ese artista inquieto, estaba ese uruguayo profundo, demócrata atento a su vida cívica; y un peñarolense siempre pronto para la devoción a esos colores mágicos que eran sus amores. Además, y esa es la mayor dimensión que cabe, un buen hombre, esas palabras que hoy lucen escasas pero que son lo mejor que se puede decir de alguien. Un buen hombre, leal a sus creencias, leal a sus amigos y devoto de una familia a la que adoraba y que lo adoró.”

Julio María Sanguinetti

BIOGRAFÍA

Carlos Alberto Amoretti (1937 – 2010) nació en Montevideo, Uruguay.

Vivió su infancia en el barrio Palermo, rodeado de tradiciones rioplatenses como el fútbol y el candombe.

De infancia humilde, su talento para el dibujo comenzó a aparecer en los años escolares. A los 13 años comenzó sus estudios de dibujo y pintura en la Escuela Nacional de Bellas Artes, donde se formó con el profesor Miguel Ángel Pareja.

En 1960 comenzó su actividad publicitaria, que marcó una extensa carrera como ilustrador, dibujante, bocetista y director de arte en algunas de las principales agencias de publicidad del país. En 1970 fue contratado para trabajar en la Agencia Frank R. Blunt de California, Estados Unidos.

La práctica como ilustrador publicitario durante varios años fue lo que lo transformó en un pintor autodidacta.

Su niñez en el barrio Palermo, los recuerdos de su juventud, su familia, sus raíces italianas y sus viajes por Europa fueron algunas de las temáticas que sirvieron de inspiración para Amoretti.

El barquillero, el teléfono a manija, el manicero, la galera, la tabla de lavar, la radio, el trompo, la plancha a carbón, el primus, el tranvía y los ómnibus antiguos, entre otros, son elementos recurrentes en los cuadros constructivistas de Amoretti, los cuales se van fusionando con acontecimientos que pasaron por la vida del artista.

Sus célebres puertas abrieron para muchos la posibilidad de mirar hacia un pasado que, en muchos barrios, todavía es presente. Y su obra se volvió tan uruguaya y auténtica como reflejo de una sociedad que todavía vive en las retinas.

Como artista plástico realizó innumerables exposiciones colectivas en Uruguay y en distintos países como Argentina, Brasil, Canadá, Chile, España, Estados Unidos, Francia, Japón y Paraguay.

Asimismo, obtuvo diversas distinciones y premios en Salones y Concursos de Pintura y Publicidad.

Fue el primer artista plástico uruguayo que expuso en el Museo del Afiche y las Artes Gráficas de Toulouse, Francia.

En el 2000, comenzó a enseñar en su propio taller. Un año más tarde, la Dirección de Correos emitió un sello en homenaje a sus 50 años como pintor.

Estuvo casado con Susana Van Ploeg, su compañera de toda la vida, con quien tuvo a su único hijo, Álvaro J. Amoretti.

"Trabajar, trabajar, trabajar", era la frase del maestro Pablo Picasso que tenía siempre a la vista, junto a la lámpara que iluminaba su mesa de trabajo. La creatividad, la búsqueda constante de las nuevas formas de reflejar las viejas tradiciones fue su característica más saliente. La capacidad de creer siempre que se podía ir más lejos, su sello personal.
LOS PANTALONES LARGOS

Antes ponerse los pantalones largos representaba transformarse en el protagonista de un verdadero acontecimiento familiar y hasta si se quiere, barrial.

No importaba qué tan alto era el pretendiente a tal prenda, ni si los pelos de sus piernas ya resultaban lo suficientemente largos como para aconsejar el abandono de los cortos. El pantalón largo dependía de la situación familiar y del momento en el que los padres entendían que aquel premio era oportuno.

Finalmente un día llegó "el día". Y –crédito de por medio- la elección recayó en un pantalón de verano de color marrón. Con él, "el nuevo hombrecito" salió a la puerta de su casa, atisbó el horizonte y se decepcionó al ver que ninguna de las personas que pasaban a su lado parecía percatarse del magnífico espectáculo que tenían ante sus ojos.

Era un día de verano de los de antes, propios de un febrero carnavalero, a las 2 de la tarde.

Con paso todavía inseguro se animó a caminar una cuadra. Y luego dos. Hasta que llegó a la esquina de Ejido e Isla de Flores, donde –como correspondía en carnaval- se estaba jugando con agua y se mojaba de pies a cabeza a todo el que pasara, sin reparar siquiera en el largo de sus pantalones.

Y también le tocó a él. Por su cabeza pasaron el sacrificio de sus padres, el crédito salvador y las cuadras que lo separaban de su casa. Y se puso a llorar.

Una vecina, una vieja amiga de su madre que acertaba pasar por el lugar, lo sacó de aquel infierno. Y lo llevó a su casa.

Hasta allí llegó su madre, y con un fuerte abrazo lo cobijó y le hizo entender que no había de qué preocuparse. Con ella traía los pantalones cortos, aquellos que "el nuevo hombrecito" creyó que nunca más habría de volver a usar.
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BIO Un artista, un Uruguayo
Biografía
Los pantalones largos
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