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Constructivos

Un discreto hilo biográfico circula por los compartimentos de estas obras de Carlos Amoretti, celebrando sus 50 años en el quehacer pictórico. En cada uno de esos diagramas hay un objeto que remite al pasado y permite reconstruir a lo largo del recorrido el mapa de recuerdos del artista. Se trata de un itinerario bastante íntimo, a la vez encantador y hasta contagioso, porque otros observadores que pertenezcan a la misma generación de Amoretti pueden compartir paso a paso ese memorial.

El mundo de ayer va abriéndose con ciertas imágenes inseparables de una época: la puerta cancel, la proa del tranvía montevideano, el resplandor de Maracaná o el carrito del panadero, que desfilan como en un manual resuelto a ilustrar esa iconografía que va quedando atrás, fuera del alcance de la breve memoria de los jóvenes. Para despabilar otras memorias y mostrar retazos del paisaje de un Uruguay añejo, es que Amoretti coloca en sus nichos una vieja radio, un aljibe, un auto a gasógeno, un rancho de paja, una rayuela, un sifón de soda, un buzón callejero o una máquina de coser a pedal, en un operativo risueño pero también casi arqueológico.

A menudo ese ejercicio está envuelto en una paleta alborotada, de subido cromatismo, aunque también sabe bajar en ocasiones hacia un apaciguado tonalismo de castaños y dorados que se parece a los pergaminos, llegando hasta el blanco y negro para ayudar con ello a una tarea memorizadora que puede asociarse con la pantalla del cine del pasado. Por ahí agrega a su muestra algunos barquitos y aviones de juguete, hechos de cartón pintado, que él mismo recortó cuando era chico y que acompañan a la pintura como un gesto complementario y cordial, desempeñando en menuda escala el papel de testigos de infancias como la suya, vivida a la sombra de una guerra que estaba lejos pero marcó de muchas maneras la imaginación, los juegos y las emociones de la época.

Como conviene a una exposición cincuentaria, estos tableros de Amoretti son ante todo un viaje evocativo donde ayer y hoy se dan la mano.

Jorge Abbondanza.
Octubre, 2001.
Exposición "Vivencias". Homenaje a la memoria colectiva del Uruguay. Galería Latina.



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